FÁBULA DE LA GUACAMAYA

Hubo una vez en que los animales eran los gobernantes de la selva, nadie era más fuerte que la guacamaya. A todos los animales les gustaba la guacamaya y cuando tenían problemas y disputas, los animales venían al árbol de la guacamaya quien daba consejos para resolver los conflictos entre los animales o para un animal. 

Un día, la guacamaya estaba cansada porque no había dormido bien la noche pasada. El ornitorrinco, que era muy molesto y odia todo lo de la selva, vino al árbol de la guacamaya. Generalmente, a la guacamaya no le gusta el ornitorrinco y no quería hablar con él porque se sentía como en una terapia porque el ornitorrinco permanecía por dos horas o más.

Cuando el ornitorrinco llegó, la guacamaya ya lo odiaba. Mientras el ornitorrinco hablaba sobre un problema que tenía con su esposa, la guacamaya se sentía más cansada y se enojaba con el ornitorrinco. Finalmente, la guacamaya empezó a imitar al pobre ornitorrinco. El ornitorrinco lloró y salió del árbol de la guacamaya. Cuando la guacamaya trató de disculparse, ¡no podía! Solamente podía repetir las palabras que los animales le dijeron y por eso, las guacamayas solamente pueden repetirnos.

La lección: !Siempre duerme suficiente!








Jonah Allon

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