Hace
más o menos un mes, fui a visitar el campo de concentración del programa de
telerrealidad con mi nieto, Axel, a la ciudad de Muret en Francia. Muret se
encuentra a 20 km de Tolosa, cerca de la frontera española, y se caracteriza
por estar escondido en un bosque y no es visible a la población civil.
Axel
es un estudiante muy guapo de 20 años. Es inteligente y puro, sin embargo,
quiere asistir a un reality show. Es un nuevo concepto cuyo premio final
depende de las pruebas que los participantes van ganando a lo largo del
concurso para conocer el secreto de cada uno. Cuando me habló de un
"nuevo" programa de telerrealidad, compré inmediatamente boletos de
avión para Tolosa.
Desde
hace más de dos meses, podíamos ver publicidades en todos los lugares y de
todas las formas. Primero, apareció en la televisión con hermosas fórmulas y
muchos colores vivos para presentar este nuevo reality show pero sin ningún
detalle como el lugar donde va a suceder o el tiempo que va a durar. Segundo,
podíamos oír en la radio "un nuevo programa de telerrealidad aparece"
pero todavía, sin niguna explicación. Por fin, leíamos en todos los periódicos
o las revistas que un juego estaba preparándose, con un concepto totalmente
inovador.
El
programa de telerrealidad "Campo de concentración" fue creado en
noviembre de 1998 por órdenes expresas de un joven director que quería llamar
la atención del público rápidamente. Y el mismo acontecimiento estaba
sucediendo, un reality show surgido de la nada que buscaba participantes ávidos
de éxito. En efecto, la búsqueda de fama por parte de los jóvenes les hacía
olvidar la falta de informaciones. Exactamente lo que pasaba conmigo y yo tenía
que convencer a mi nieto de que no era una buena idea.
Yo
tenía 47 años y estaba en un momento de mi vida en que todo parecía vacío, sin
ningún interés. Entonces, cuando apareció el anuncio de un nuevo reality show,
moderno y revolucionario, decidí inscribirme. No quería que mi nieto hiciera el
mismo error que yo.
Al
entrar, nos encontramos con un mausoleo y expliqué a mi querido nieto:
-
Desde este campo de concentración se vendieron a empresas de pelucas y muñecas
más de 1000 kilos de pelo. Imagínate lo que puede pesar el pelo.
Con
una expresión de escepticismo, Axel me contestó:
- No
puedo creerlo...
- Y
sin embargo, aprovechaban cada parte del cuerpo del muerto, desde los dientes
hasta la grasa. Para hacer esto, los ponían en esta especie de camilla.
Todavía,
mi nieto no estaba convencido y me replicó:
-
Cuando utilizas la palabra "muerto", quieres decir el perdedor, ¿no…?
En el
comienzo del programa, "Campo de concentración" albergaba a cerca de
150 participantes que se volvieron prisioneros, usados principalmente para
trabajar como esclavos en la creación de rieles. También, su primera acción fue
deshumanizar a las personas dándoles un número de matrícula y olvidando sus
nombres. Mi nieto tenía que entender absolutamente todos los riesgos a los que
se expone si asiste a un nuevo reality show.
Entre
enero de aquel año hasta mi liberación, el 24 de julio de 1999, el lugar fue
transformado en un campo de exterminio, con la introducción de cámaras de gas y
hornos crematorios, usados en las ejecuciones, para tener más éxito.
-
¿Tener más éxito? Preguntó mi nieto.
- Sí,
no había muchos telespectadores y el director buscaba soluciones como la
ejecución de prisioneros cada semana. Además, hacia el final del programa, era
el voto del público el que designaba los prisioneros a matar.
Axel
quedó sin voz, no podía imaginar tal cosa, sin embargo, vio la mirada muy profunda
de su abuela.
El
primer barracón que nos encontramos al entrar fue la cámara de gas. Dentro del
mismo barracón están tanto la cámara de gas como las duchas en las que metían a
los prisioneros antes de raparles la cabeza bajo la cámara. En efecto, los telespectadores
podían seguir toda la marcha del prisionero seleccionado a morir. Las paredes
están todavía manchadas de un verde azulado.
Axel
balbuceó:
- Pero
y los prisioneros que…
- Los
prisioneros tenían idea de que dentro de ese mismo recinto estaba la cámara de
gas. De los agujeros que hay en la pared salían unos tubos que les tiraban la
mezcla del gas con agua. Sin embargo, no tenían nada qué hacer, los guardias
estaban presentes, a cada instante.
Este
barracón olía muy mal.
Mi
nieto tenía que entender que el reality show "Campo de concentración"
era un juego para los telespectadores, una simple diversión a la hora de comer
pero jugaba con la vida de personas verdaderas. Supuse que se dio cuenta en la
cámara de gas. Pasó la mano sobre la pared y me dijo:
- Las
puertas también tienen mirillas.
- Sí,
supongo que por una mezcla de sadismo por parte de los organizadores y la
necesidad de saber cuándo estaban muertos. Después de asegurarse de que habían
muerto, todos sacaban los restos de gas con aspiradores y así podían entrar a
sacar los cuerpos.
Los
barracones que le siguen a éste son los normales donde trabajaban y dormían.
Ahora son como pequeños museos donde guardan pertenencias personales que se
encontraron de los prisioneros. Encontramos un reloj detrás de un trozo de
madera y estuve llorando. Axel me tomó la mano y seguimos avanzando por un
camino de tierra para ir a la cámara crematoria.
Todo
el recorrido es desolador y recordé la sensación que te queda, pero lo más
aterrador es la cámara crematoria. Al entrar, encontramos un ataúd con las
cenizas que consiguieron juntar del suelo y después pasamos a lo que son
realmente las chimeneas. Vi en la mirada de mi querido nieto una conciencia y
su actitud protectora conmigo.
Después
de salir de acá, tomados de la mano, nos vamos afuera y ya estamos al lado del
mausoleo. En el mausoleo están al aire libre las cenizas encontradas en una
fosa común, ya mezcladas con tierra y cosas que trae el viento.
Mi
nieto, en este momento, me hizo la pregunta que temía porque los recuerdos son
muy difíciles aún, pero tenía que conocer la verdad:
- ¿Y
cómo sobreviviste?
- El
21 de julio de 1999 empezaron a fusilar a los prisioneros en las afueras del
campo para tener más éxito. Siempre era cuestión de éxito. Durante la
operación, se puso música en altavoces por todo el campo para ahogar el ruido
del asesinato masivo y ser más atractivo. Sin embargo, el 24 de julio de 1999,
la cadena de televisión interrumpió el programa por falta de medios y liberaron
a los últimos prisioneros. Sólo quedaban 4 supervivientes. Después de eso, los
medios de comunicación se interesaron en nuestra historia, algunos días sin
mencionar la muerte de 146 hombres sino el fracaso total del programa.
Hace más
o menos un mes, fui a visitar el campo de concentración del programa de
telerrealidad con mi nieto, Axel, que ahora no quiere asistir al nuevo reality
show. Sin embargo, desde hace 13 años que no duermo sin soñar con este momento
de mi vida, sin pensar en todas estas personas muertas para nada. Pero conseguí
hacer cambiar la visión de Axel de este mundo de la telerrealidad.
Maud Barbe
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